La resiliencia urbana ante el cambio climático

La resiliencia urbana ante el cambio climático

Las ciudades de todo el mundo, especialmente aquellas con comunidades vulnerables, enfrentan grandes desafíos para asegurar el bienestar de sus habitantes a largo plazo. Estos desafíos están vinculados con los impactos del cambio climático, que a menudo se agravan por condiciones preexistentes de vulnerabilidad.

Y hoy queremos traeros el concepto de resiliencia urbana, que es «la capacidad de una ciudad para seguir funcionando de manera que sus habitantes, especialmente los más pobres y vulnerables, puedan adaptarse y prosperar, sin importar los problemas o crisis que enfrenten, como desastres naturales o tensiones económicas».

Si unimos este concepto al cambio climático, estamos a la búsqueda de la concepción de una ciudad que pueda adaptarse a los impactos del cambio climático y reducir el riesgo de desastres, mientras maneja el crecimiento urbano y la incertidumbre. No hay una solución única para lograr la resiliencia urbana. Se construye a lo largo del tiempo mediante una serie de acciones acumulativas, mejoradas con la experiencia pasada. Y para ello, las ciudades deben evolucionar y fortalecerse para enfrentar estos desafíos con:

  1. Sistemas robustos: infraestructuras y servicios esenciales soportan crisis y tensiones.
  2. Adaptación diaria: personas y organizaciones ajustan sus decisiones a estos desafíos.
  3. Apoyo institucional: las instituciones continúan respaldando a la población y las organizaciones para cumplir sus objetivos.

El mundo actual, con sus ciudades densamente pobladas y altamente interconectadas, requiere nuevos modelos de gobernanza que puedan gestionar riesgos y adaptarse a desafíos en constante cambio. Los enfoques tradicionales, reactivos y fragmentados ya no son suficientes.

Las crisis repentinas, como terremotos o huracanes, y los problemas crónicos, como el desempleo alto o sistemas de transporte ineficientes, rara vez ocurren de forma aislada; las ciudades suelen enfrentarse a una combinación de ambos.

Para mejorar la resiliencia urbana, es crucial fortalecer los sistemas de la ciudad y entender mejor los riesgos que enfrenta. Esto no solo mejora la calidad de vida, sino que también ayuda a las ciudades a prosperar a pesar de los desafíos crecientes.

Esto aborda tres grandes tendencias globales: cambio climático, urbanización y globalización. Las ciudades deben evaluar de manera integral sus capacidades y riesgos, incluyendo a los sectores más vulnerables. Sin embargo, la gestión urbana suele estar fragmentada, con diferentes equipos trabajando en temas aislados, lo que no es suficiente en un mundo tan interconectado.

Las ciudades son sistemas complejos y en cambio constante. Planificar un futuro urbano resiliente requiere enfrentar los desafíos de manera integrada, inclusiva y con una visión a largo plazo. Proponer este tipo de soluciones más pragmáticas ayuda a prevenir y reducir el impacto de crisis y problemas en las personas, la economía, la infraestructura y el medio ambiente.

Principales retos climáticos para las ciudades

  1. Inundaciones: el aumento del nivel del mar y las lluvias intensas ponen en riesgo infraestructuras y viviendas, especialmente en áreas costeras y con sistemas de drenaje inadecuados.
  2. Olas de calor: las altas temperaturas afectan la salud pública y aumentan el consumo energético, exacerbando la demanda de refrigeración y empeorando la calidad del aire.
  3. Escasez de agua: las sequías prolongadas y la disminución de fuentes de agua dulce amenazan el suministro en muchas áreas urbanas.
  4. Fenómenos meteorológicos extremos: tormentas y huracanes pueden dañar infraestructuras críticas, como el transporte y las comunicaciones.

Estrategias para aumentar la resiliencia urbana

  • Infraestructura verde: crear espacios verdes y corredores ecológicos ayuda a absorber el agua de lluvia, reducir el efecto «isla de calor» y mejorar la calidad del aire.
  • Infraestructura resiliente: inversiones en sistemas capaces de soportar eventos extremos, como drenajes mejorados y edificios resistentes a huracanes.
  • Planificación urbana a largo plazo: diseñar ciudades que resistan fenómenos extremos, actualizar códigos de construcción y proteger zonas ecológicamente sensibles.
  • Gestión de recursos hídricos: mejorar la captación de agua de lluvia y desarrollar sistemas eficientes para su reutilización, especialmente en ciudades que tienden a sequías e inundaciones.
  • Alertas tempranas y respuesta rápida: sistemas de alerta y planes de evacuación ayudan a mitigar el impacto de fenómenos climáticos extremos.

¿Qué ocurre en España?

Como país mediterráneo, España es particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático, incluidos las olas de calor, las sequías y las inundaciones costeras. Ciudades como Madrid, Bilbao, Barcelona o Valencia parece ser que ya están implementando estrategias para hacer frente a estos desafíos:

  • Madrid: está aumentando sus espacios verdes y desarrollando proyectos como «Madrid Río» para reducir el efecto «isla de calor» y mejorar la gestión del agua.
  • Bilbao: está propulsando estrategias innovadoras para gestionar inundaciones y espacios verdes.
  • Barcelona: ha creado un plan para adaptarse a las olas de calor y las inundaciones, y la construcción de espacios donde el ciudadano reemplace a los vehículos (las «supermanzanas») para reducir el tráfico y mejorar la calidad del aire.
  • Valencia: se enfoca en la protección costera y la gestión del agua, creando espacios verdes que actúan como zonas de absorción de agua en caso de lluvias intensas.

¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto?

La resiliencia urbana frente al cambio climático es esencial para garantizar la seguridad y el bienestar futuro de las ciudades.

No cabe duda alguna que se debe invertir en infraestructuras resilientes, fomentar soluciones basadas en la naturaleza y adoptar una planificación a largo plazo permitirá a las ciudades adaptarse y prosperar en un clima cambiante.

Y no nos olvidemos de que este proceso debe ser inclusivo, asegurando que todos los sectores de la sociedad participen en la transición hacia ciudades más resilientes y equitativas.

 


 
Fuentes consultadas

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