Qué nos ha enseñado el Corona Virus

Qué nos ha enseñado el Corona Virus

Después de varias semanas de confinamiento, la «nueva normalidad» ha llegado para quedarse.

Hemos salido de una pausa forzada e inesperada que no figuraba en las agendas de nadie. Como tampoco figuraba en primer plano la emergencia climática a la que el planeta estaba sometido.

Esta normalidad no familiar con la que vamos a tener que convivir, es un punto de partida necesario para proceder a hacer las cosas de otra manera, en beneficio de la sociedad y el planeta.

Echando la mirada atrás, hemos observado muchas cosas interesantes en nuestros hábitos, de antes y durante el encierro, que nos han ayudado a generar unas rutinas conscientes de las que no vamos a querer renunciar:

Cocinar fresco y de temporada

Las comidas ya preparadas no se pueden comparar con platos hechos en casa, y esto nos ha empujado a recuperar el gusto por cocinar y ser más conscientes de lo que comemos. Al disponer de más tiempo libre (en solitario, pareja o familia) hemos podido integrar la cocina como parte de este hábito diario que teníamos descuidado por las excesivas prisas.

Por otra parte, cocinar productos de temporada y de ámbito local, ayuda a ajustarnos a los ingredientes que nos quedan más cercanos, y por lo tanto más frescos y sabrosos.

Consumo moderado y necesidades reales

Seamos sinceros y sinceras: nuestra antigua normalidad no era normal. Hemos asfixiado al planeta a base de consumo desmedido, dando por hecho que no habría consecuencias y que éste aguantaría lo que le echásemos. Desgraciadamente, los recursos no son ilimitados y somos seres interdependientes con el resto de la naturaleza.

Estos días puede que nos hayan ayudado a vislumbrar que no necesitamos tanto como pensamos y que las necesidades reales, las de verdad, no han de pasar por el abuso sin control de nuestro planeta. El comercio justo y de proximidad es un factor clave que ha de estar siempre presente en las elecciones de consumo.

Valor del pequeño comercio vs. grandes superficies

Los pequeños comercios se han visto tristemente afectados por las medidas de cierre impuestas durante la cuarentena mientras que las grandes superficies son las que han permanecido abiertas.

Para las personas que nos gusta acudir a nuestros rincones habituales de barrio, hemos notado mucho esa pérdida. Hemos echado en falta los productos frescos y de proximidad, y sobretodo la confianza familiar que sus dueños nos transmitían. Ese de tú a tú es un valor social del que no queremos prescindir en ningún momento y la cuarentena lo ha puesto de manifiesto.

Necesidad de naturaleza

El encierro involuntario ha despertado las ansias de estar fuera, de ser y respirar naturaleza. Parece que no valorábamos la gran y vital importancia que ésta tiene en nuestras vidas.

La interdependencia es crucial y el mantenimiento de ese entorno tan añorado durante semanas, corre a nuestro cargo. Es nuestra responsabilidad cuidarlo y protegerlo al máximo porque es la mejor (y única) casa que tenemos, habida y por haber.

Respiro al planeta

Y sí, esta parada en seco ha sido un paréntesis de descanso para el planeta: la contaminación del aire ha disminuido notablemente y nuestros desplazamientos se han visto muy limitados.

A partir de aquí, los números hablan alto y claro y la sostenibilidad, por fortuna, vuelve a estar en boca de todos. Los cambios que esta situación inesperada ha provocado son un viraje de rumbo que sin duda alguna vamos a agradecer colectivamente.

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¿Y tú? ¿Qué has aprendido a lo largo de estas semanas? ¿Tienes ganas de generar cambios activos?

Cuéntanoslo en los comentarios.

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