El dilema de reemplazar o reparar

El dilema de reemplazar o reparar

¿Reparar o reemplazar?

Esta pregunta surge ocasionalmente, pero rara vez consideramos el papel de los fabricantes y los gobiernos en esta decisión, así como qué podemos hacer como consumidores al respecto.

Está claro que los productos deberían diseñarse para durar más, pero lamentablemente, muchos no lo están. La obsolescencia programada beneficia a las grandes corporaciones, que ganan enormes sumas fabricando productos con una vida útil limitada. Y como resultado, los consumidores se ven obligados a reemplazar los productos rotos en lugar de repararlos, como solía hacerse en el pasado.

En este modelo de consumo, las empresas se benefician del ciclo constante de adquisición, mientras evaden la responsabilidad por su impacto ambiental y se resisten a cambiar sus prácticas de producción y distribución. Por tanto, la psicología del consumidor juega un papel importante: evaluamos la vida útil percibida de un producto y estamos dispuestos a reemplazarlo si sentimos que ha cumplido su ciclo de vida, en lugar de repararlo.

Pero ¿cómo sabemos cuál es la duración adecuada de un producto? ¿Tenemos la información necesaria para decidir si debemos repararlo o reemplazarlo?

¿Es solo el consumidor quien debe ser culpado? ¿Qué responsabilidad tienen los fabricantes y los gobiernos en este proceso?

La acumulación de productos desechados debido a que no funcionan, se rompen o nos cansamos de ellos es una preocupación ambiental y económica. Cada producto en un vertedero representa una oportunidad perdida de recuperar y reutilizar sus componentes. Además, la mayoría de estos productos no son biodegradables, lo que representa un grave problema a largo plazo.

La economía circular (o la perseverancia personal de prolongar y honorar la vida de un producto creado) ofrece una solución menos cortoplacista al reemplazar el concepto de fin de vida útil con la restauración y promover el uso de energía renovable y la eliminación de productos dañinos para el medio ambiente, los animales y nuestra salud. Esto requiere una nueva relación entre los que fabrican y los que consumen, donde el producto se alquila, arrienda o comparte, y la responsabilidad de la reparación y reventa recae en el fabricante.

Los gobiernos y las empresas parece ser que están tomando medidas para abordar el problema de los residuos y avanzar hacia la sostenibilidad. La economía circular se está convirtiendo en un pilar en la agenda global, con la Unión Europea liderando el camino con su nuevo Plan de Acción de Economía Circular.

Estas regulaciones avanzan en la dirección correcta al exigir a los fabricantes que proporcionen información sobre la durabilidad de los productos y la disponibilidad de piezas de repuesto. Esto fomenta las reparaciones genuinas y promueve la reutilización. Pero sabemos que todavía queda un largo camino a recorrer.

Desde BOLSETA creemos que es vital que cultivemos un aprecio a toda la energía que se ha empleado para la creación de ese producto en concreto, aunque no esté en sus condiciones más óptimas. Un aprecio que hemos de sentir como nuestro y transmitir en medida de lo posible al entorno familiar para que pueda seguir perdurando en el tiempo con el resto de objetos que nos rodean.

Estas son algunas sugerencias para cuando nos encontremos ante un objeto cuya vida útil se encuentra en la cuerda floja:

  • Verificar la posibilidad de reparación antes de desechar un producto.
  • Buscar servicios de reparación locales o cooperativas.
  • Trabajar hacia hogares más autosuficientes para mitigar la obsolescencia planificada.
  • Reutilizar y rediseñar la ropa vieja para adaptarla a tus gustos y necesidades actuales, contribuyendo así a la reducción de residuos textiles.
  • Explorar recursos en Internet para aprender a reutilizar artículos y realizar proyectos DIY (Do It Yourself).
  • Optar por regalos personalizados en lugar de productos manufacturados.

 

Y en relación a las entidades, empresas y servicios de reparación locales, hemos encontrado estos recursos que podrían serte útiles antes de adquirir o desechar ese objeto al que aún crees que puedes prolongar su trayectoria:

 


 

Y ahora te toca a ti, coméntanos, ¿reemplazas o reparas?

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