Repensar el merchandising público: más allá del precio
Repensar el merchandising público: más allá del precio
Llevo un tiempo navegando por la plataforma de contratación pública, tanto a nivel local como nacional, en busca de licitaciones de suministros que permitan ampliar el campo de acción de BOLSETA y, por ende, su sostenibilidad económica.
Tengo activadas alertas para varios códigos CPV, el sistema que identifica las actividades económicas susceptibles de ser contratadas mediante licitación pública. Entre ellos:
- 18930000: Sacos y talegas
- 22462000: Material de publicidad
- 18936000: Bolsas textiles
En definitiva, un elenco variado de CPVs relacionados con los productos que BOLSETA puede ofrecer.
Pues bien, después de más de cinco meses desde que empezó el año, puedo afirmar que, en lo que respecta a licitaciones de suministros de merchandising promovidas por todo tipo de organismos y entidades, el precio continúa siendo el factor determinante. Un precio que, en la mayoría de los casos, no refleja en absoluto el coste social ni ambiental de producir ese merchandising al otro lado del planeta.
Algunos ejemplos con los que me he encontrado:
- Ayuntamiento de Granada: Licitación de merchandising para una campaña de turismo. Entre los artículos, se solicita una bolsa tipo mochila con un coste máximo de 1,70 € + IVA.
- Ajuntament de Barberà del Vallès: Licitación para la campaña LGTBIQ. Se incluye una Tote Bag por 1,50 € + IVA.
- Y el caso que me lleva a escribir este post: Universidad de Castilla-La Mancha. Hace unos días publicó una licitación para una campaña de comunicación dirigida a su estudiantado, solicitando 30.000 mochilas serigrafiadas con su imagen por un precio total de 0,94 € + IVA la unidad.
¿¿De verdad??
No sé cuándo conseguiremos que las entidades y empresas con capacidad de decisión comprendan que este tipo de merchandising es profundamente perjudicial para la sociedad.
Una mochila que cuesta 0,94 €… ¿quién la puede estar produciendo? Solo el coste de confección de una mochila en un taller de Barcelona, que genera impacto social positivo, ya supera los 2 €. Si a eso sumamos el coste del tejido, la serigrafía sostenible y de proximidad, el margen justo para la empresa, los gastos de envío y los impuestos, el precio final está muy por encima de esos 0,94 €.
El problema es que ese precio no refleja los costes ambientales que genera ni el nulo impacto social positivo. No sé si se trata de una cuestión de aranceles, de falta de criterio o simplemente de sentido común, pero lo que está claro es que licitaciones con esos valores no deberían existir.
Quizás ya es hora de que empecemos a primar un merchandising con valor social y mínimo impacto ambiental. Y si las entidades públicas no lo hacen, que seamos las personas consumidoras quienes digamos NO a ese tipo de merchandising. Que no lo cojamos. Que lo dejemos sobre la mesa.
Porque mientras sigamos normalizando estas prácticas, ¿cómo no van a desaparecer los glaciares?
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